En la segunda guerra mundial es de casi todos conocido y reconocido el holocausto del pueblo judío por parte de los nazis, pero los aliados y sobre todo Estados Unidos no ponen en marcha sus ejércitos con el fin de parar la masacre, se movilizan por el temor a perder su hegemonía política y económica sobre el mundo, y para justificar esta acción usan como novedad los sistemas de comunicación de aquellos tiempos, la radio y el cine, tomando especial relevancia las imágenes, siendo las más usadas las que más muertos y más miserias mostraban, sin mostrar ningún respeto a las personas que eran filmadas.
Alguien puede pensar que cuanto más crudas y más reales sean las imágenes mayor veracidad darán a la información, pudiendo llegar a movilizar los sentimientos de los espectadores. A los que piensan de esta forma les hago la siguiente pregunta: ¿Les gustaría que filmasen o fotografiasen a su padre, madre o hijo con el cuerpo destrozado o deformado por el dolor, y que esa imagen se divulgara a todo el mundo?.
A esta pregunta algunos ya han contestado, sirva como ejemplo lo ocurrido en el brutal atentado de las torres gemelas de Nueva York, el mundo no ha visto ni un solo muerto de aquel atentado, pero esos que guardan con tanto celo esas terribles imágenes, no dudan en vender a las grandes cadenas de televisión imágenes de brutales masacres del tercer mundo, e incluso algunas han sido instigadas por ellos mismos, sirva como ejemplo el holocausto del pueblo de Irak, o el de Palestina, o el de Afganistán o algunos del continente Africano.
No hay día que no aparezca un muerto en los informativos de todas las televisiones, y cuanto más terribles sean las imágenes mejor. La situación ha sobrepasado los límites de lo ético, llegando incluso a generar un peligroso pasotismo en los televidentes, que añadido a las grandiosas películas Estado Unidenses, donde nada más empezar la película ya hay 200 muertos en nombre de la verdad, la ley o Dios, hacen que los individuos de nuestras desarrolladas sociedades se conviertan en máquinas sin sentimientos ni corazón, capaces de mantenerse impasibles ante genocidios, ataques racistas o clasistas.
Me gustaría desde mi humilde posición y fuerza, enviar un mensaje a los medios de comunicación:
¡Vasta de ya!, de muertos para vender imagen que incrementan los niveles de audiencia o taquillas en los cines.
Alguien puede pensar que cuanto más crudas y más reales sean las imágenes mayor veracidad darán a la información, pudiendo llegar a movilizar los sentimientos de los espectadores. A los que piensan de esta forma les hago la siguiente pregunta: ¿Les gustaría que filmasen o fotografiasen a su padre, madre o hijo con el cuerpo destrozado o deformado por el dolor, y que esa imagen se divulgara a todo el mundo?.
A esta pregunta algunos ya han contestado, sirva como ejemplo lo ocurrido en el brutal atentado de las torres gemelas de Nueva York, el mundo no ha visto ni un solo muerto de aquel atentado, pero esos que guardan con tanto celo esas terribles imágenes, no dudan en vender a las grandes cadenas de televisión imágenes de brutales masacres del tercer mundo, e incluso algunas han sido instigadas por ellos mismos, sirva como ejemplo el holocausto del pueblo de Irak, o el de Palestina, o el de Afganistán o algunos del continente Africano.
No hay día que no aparezca un muerto en los informativos de todas las televisiones, y cuanto más terribles sean las imágenes mejor. La situación ha sobrepasado los límites de lo ético, llegando incluso a generar un peligroso pasotismo en los televidentes, que añadido a las grandiosas películas Estado Unidenses, donde nada más empezar la película ya hay 200 muertos en nombre de la verdad, la ley o Dios, hacen que los individuos de nuestras desarrolladas sociedades se conviertan en máquinas sin sentimientos ni corazón, capaces de mantenerse impasibles ante genocidios, ataques racistas o clasistas.
Me gustaría desde mi humilde posición y fuerza, enviar un mensaje a los medios de comunicación:
¡Vasta de ya!, de muertos para vender imagen que incrementan los niveles de audiencia o taquillas en los cines.
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