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Thursday, September 03, 2009

LA MAGNIFICENCIA DEL TELÉFONO MÓVIL

Hace un tiempo me compre un teléfono móvil de esos que según el fabricante te lo hacen todo, !ojo!, lo de "hacer todo" esta referido al tema de comunicación y distracción tecnológica. Sólo hablare de dos cosas que hacen estos artefactos cargados por el diablo, las cuales de una forma u otra elevan tu estado de ánimo o cabreo cuando recibes la factura o necesitas de sus servicios.
En primer lugar hablare de esas funciones que los fabricantes denominan de "entretenimiento". En el aparato hay una tecla con un símbolo que denomino “chufurrusco”, cuyo significado es ilegible para cualquier pardillo como yo, que ha pasado del ladrillo móvil con la arroba “lo que puedas”, la almohadilla y la estrellita denominada “asterisco”. Si como pardillo presionas la tecla “chufurrusco”, te aparece una serie de opciones inofensivas en apariencia y de los mas atractivas, tales como oír la radio, ver videos, video juegos, etc, etc, etc,. Hasta aquí todo puede ser normal, pero de repente te sale un mensaje de los denominados subliminales que te dice “para acceder a esta opción pulse la tecla aceptar”, y como no tienes ni idea de lo que haces o significa el mensaje, vas y lo aceptas. De repente te sale otro mensaje dándote las gracias por haber elegido esa opción, y tu como pardillo dices “mira que educados son estos del teléfono, me dan hasta las gracias”, pero esta actitud te cambia cuando recibes la primera factura del teléfono, el primer comentario que haces es “serán chorizos” como me la han pegado con el “chufurrusco”, el termino “chorizos” no es el normalmente usado cuando recibes la factura, normalmente les das recuerdos para su madre, los catalogas como el macho de la cabra, y mil insultos e improperios de mayor rango. Una vez pasado el cabreo inicial y analizando la factura, te das cuenta de que cada vez que has apretado la tecla “chufurrusco”, te han cobrado un euro. Deshabilitar esta opción es otra historia que merece un apartado exclusivo.
Para terminar hablare de la opción GPS. Lo primero que haces es buscarle al teléfono un lugar dentro del coche que no te cueste un euro, pero después de mucho cavilar, acabas comprando los accesorios que te indica el fabricante, !que por cierto, valen una pasta gansa!. A partir de aquí empieza el cachondeo. Como siempre te quieres marcarte el pegote con el amigo de turno, mostrándole las bondades tecnológicas del teléfono, para ello seleccionas la función GPS cuando sales del punto A, el aparato comienza la búsqueda de los satélites perdidos, que como suele ser normal, se encuentran en otra galaxia, pues la compañía contratada es de bajo coste y ya se sabe cuales son los riesgos. Cuando llegas al destino, el punto B, el GPS aún sigue buscando los satélites, con el consiguiente cachondeo del amigo o acompañante, tú intentas justificar que como es la primera vez aún se ha familiarizado el teléfono con los satélites, o cualquier otra tontería que te viene a la cabeza. Una vez que consigues conectar con los satélites, se presenta otro cabreo monumental al intentar poner en funcionamiento el navegador, el teléfono te envía un mensaje indicando que esta función es de pago y el coste es de 75€ para una licencia de 2 años. Mas cabreado que Tarzán cuando le quitaron a la mona Chita, llamas a la tienda que te lo ha vendido, para indicarle que cuando te lo vendieron estaba todo incluido y no entiendes por que debes pagar más, la respuesta de la vendedora suele ser ¡se siente y te jodes, que eres un pardillo!. Ya que tienes el GPS, compras la licencia de navegación para Iberia, termino usado por las telefónicas para nombrar la península Ibérica. Pero cual es tu sorpresa cuando ves que España termina en una línea recta que va desde Tarragona a San Sebastián, como los estados africanos que todos tienen las fronteras en línea recta.
Lo del navegador es la leche, le pides ir del punto A al B y el primer problema surge por que el aparato no encuentre el punto B, por lo cual el navegador te pide el nombre de quien se acuesta con la vecina del quinto del edificio más cercano al mencionado punto B, por lo que desistes y como siempre hacemos lo de siempre, preguntamos !que preguntando se llega a Roma!. En el supuesto de que se consiga introducir el punto B, el itinerario se convierte en un calvario de errores, en las rotondas (das mas vueltas que una peonza), te metes por calles prohibidas y acabas a 20 km del punto B y como siempre, acabas preguntando al primero que te encuentras, recibiendo por respuesta ! uf, usted esta muy lejos de donde pregunta y no le se explicar, si tuviera GPS sería más fácil ! .