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Thursday, November 07, 2013

EL CRUEL Y PLACENTERO REGRESO VACACIONAL

Terminan las vacaciones de verano y llega la tragedia o alegría del regreso al trabajo o a la rutina desesperante del paro. Las vacaciones se sufren o disfrutan siguiendo los siguientes estereotipos o escenarios:

Escenario denominado regreso a los orígenes: Afecta generalmente a aquellos que no tienen un euro, o en el peor de los casos, a aquellos que su pareja tiene en el pueblo a sus padres. Debes aguantar los comentarios y mala leche de los cuñados o cuñadas, por ejemplo lo buenos y estudiosos que son sus hijos, y lo pendones desorejaos que son los tuyos. Ante este escenario el genero masculino termina en el bar de la plaza, aplicándole a los riñones su mejor medicina, que no es otra que la de beber cerveza hasta reventar la vejiga, y el genero femenino paseando al atardecer por cualquier senda anti colesterol rajando de todo lo que se mueve.

Escenario denominado turne por el extranjero: Afecta generalmente a aquellos que tienen algo de pasta y pijotería. Las vacaciones comienzan varios meses antes, con las discusiones interminables sobre el lugar a donde ir, teniendo como siempre el límite de la pasta. Todos los días a las 6 de la mañana una voz mecánica en un idioma que no conoces te ordena “¡levántate!”. Se desayuna corriendo porque la vistita turística comienza a las 7 de la mañana. El día te lo pasas corriendo de un sitio para otro sin enterarte casi de nada. Cuando llega el final de la tarde te dejan tirado en la puerta del hotel, abandonado a tu suerte, sin saber qué hacer ni a donde ir, terminas cenando en un sito de comida rápida americana. El segundo día etas como “Ete” pensado en volver a tu casa.

Escenario denominado apartamento playero: Afecta a aquellos que pasan sus vacaciones en un apartamento playero. Todos los días se sigue la misma monotonía, te levantas a media mañana, vas a la playa para conseguir ese moreno que será la envidia del vecindario, la familia y de los compañeros de trabajo. Al atardecer hay que salir de paseo para exhibir el moreno con algún modelito del año, acabando sentados en la terraza de un bar y pagando tres euros por cada refresco caliente. La monotonía se rompe cuando suena el timbre del apartamento y aparece el cuñado o la cañada, o el íntimo amigo o amiga con sus adorables retoños. El día se desarrolla exactamente igual que en el escenario del regreso a los orígenes, discusiones, comparaciones odiosas, etc, etc.. El punto más terrible de la visita surge a la hora de ir a comer o cenar, pues como es lógico todo el mundo esta vacaciones y nos negamos a cocinar, y además que “¡un día es un día!”,  por lo que terminas en un restaurante playero donde te sirven como aperitivo, unos calamares a la romana recalentados y con ese hilito que sale cuando le pegas un mordisco, que como ocurre con el número 13, cuanto más te la estiras más te crece. Seguimos con esa paella asesina que puede ser cualquier cosa menos paella, regada con una sangría cabezona preparada con toda la mala leche del mundo, bien fresquita para que entre suave y con el alcohol suficiente para dejarte colocado y que no te enteres de lo que vas a pagar. La tragedia comienza con la petición de la cuenta y la guerra para saber quien paga, pero como siempre la guerra la pierde el anfitrión, con la ayuda inestimable de la compañera al hacer el comentario: “¡Mariano que son nuestros invitados, no consentirás que paguen!”, el anfitrión no tiene más remedio que decir “!camarero la cuenta¡”. Al recibir la cuenta se le nota que la cara le cambia de color, pero todos con cachondeo lo atribuyen a la gran cantidad de sangría tomada. Una vez terminado el calvario de la visita y pasado el cocolón de la sangría, el anfitrión saca la factura para echarle un vistazo y es cuando comienza la guerra entre la pareja.

Escenario del que se queda en casa: Afecta a aquellos que no tienen ni un euro ni pueden regresar a sus origines. El comentario común que hacen para justificar su situación suele ser,  “¿salir de vacaciones?, ¡quita, quita…! que yo en casa estoy muy a gusto y no tengo necesidad de pasar calamidades por ahí”. Pero la cruda realidad es que pasan tantas calamidades como los demás, pues deben aguantar a la familia 24 horas al día, y además ociosa, que es la peor situación, y sin saber lo que sus mentes pueden estar maquinando. Este escenario se resume en mas horas de televisión que horas conduce un camionero internacional, y más peleas por día que el mejor de los reality show.


No es que volver al trabajo deba ser una alegría pues nos encontramos con la misma fauna ibérica el jefe impresentable, el pelotilla, el pesado, el vago, el listo, etc, etec, pero estos comparados con lo que te encuentras por hay se saben llevar, y si no que les den.

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