Otro año más los padres y madres han padecido la noche mágica de “Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente”, y es que, su mágica es capaz de desatar las más fabulosas fantasías entre los niños, y la máxima excitación entre los mayores.
Quiero centrarme en los mayores. La excitación comienza con la confección de la carta a los Reyes Magos, es el primer momento de excitación desesperante de los padres y familiares. El primer problema que se encuentran es que los niños tienen ya casi todos los artefactos y cachivaches inútiles que se anuncian por televisión. El segundo problema empieza con la negociación entre los padres y los hijos para elaborar la carta, la situación es lo más parecido a la negociación de un convenio colectivo laboral. De una parte está la patronal, representada en este caso por los padres, y por la otra la inocencia de la clase trabajadora, representada por los niños. Los niños como es natural empiezan pidiendo lo que más se anuncia en la televisión, que a su vez es lo más caro, en ese momento entra en juego el engaño de los padres, consistente en una de las artimañas siguientes:
La más usada es, ese juguete lo pides en la carta de los Reyes Magos de casa de los abuelos, o de ese tío rácano que no se gasta un duro con vosotros, pese a tener un sueldo de ministro.
La segunda estratagema más usada es, ese juguete no puede ser, pues los Reyes Magos este año están muy pobres por el tema de los mercados. Los niños se te quedan mirando con cara de estar pensando “vaya mierda de Reyes Magos que no tienen pasta para un regalo, con lo la que se gastan nuestros Reyes de verdad en vivir como reyes”.
Como es natural la patronal acaba engañando a los trabajadores.
Una vez superado el trámite de eliminar de forma unilateral, por parte de los padres, en la carta los juguetes caros, deciden de forma mancomunada elegir el juguete más barato seleccionado por el niño, normalmente es el de la caja más grande y de más colorido, en ese momento es donde los padres han firmado su noche de pesadilla.
La pesadilla comienza cuando al abrir la caja, ¡sorpresa!, el artefacto viene desmontado para que de forma conjunta con tu compañero o compañera paséis una agradable noche de trabajo “en equipo”, como eso que hacen las empresas grandes, para lograr sus objetivos y crear ambientes agradables trabajos. La película de los acontecimientos es la siguiente:
Primer comentario del compañero o compañera, que en el proceso de selección del juguete no ha participado para nada, o incluso estaba del lado del niño es: “Hay que estar muy tonto o tonta para no haberse dado cuenta antes de que esto venia desmontado, así que ya puedes empezar tu, que yo no quiero saber nada”. Eso de “no saber nada”, es un decir, pues se pasaran toda la noche escojonandose de ti o soplándote en la oreja lo burro que eres.
Una vez extendidas por el suelo o la mesa las mil piezas que componen el maldito juguete, te encuentras con unos planos que ríete tú de los que hacen los más famoso constructores o arquitectos del mundo mundial, o esos que vienen con los muebles de una multinacional sueca, ¡no entiendes nada de nada!. Están en 20 idiomas menos el castellano y además en blanco y negro, pese a que las piezas están en colores. Como es evidente empieza el cachondeo de tu pareja, “¡no me digas que no lo entiendes, con lo listo y mañoso que tu eres, y además ¿no tienes el título de ingeniero?!”, este es el punto donde se hiere el amor propio de la víctima.
Como es imposible montar el juguete siguiendo las instrucciones o planos, hechas mano del ingenio y de las fotos de la caja. Después de pasar toda la noche montando el juguete, y con el estrés de que los niños están a punto de levantarse pues esta amaneciendo, te das cuenta de que la pirámide es un cubo perfecto, o que el barco pirata es lo más parecido a una patera, o que el hospital de la barbi te ha quedado como ese local de alterne de la carretera. La jugada termina cuando tu pareja de forma sarcástica te dice: “no te preocupes cariño, llamare a mi hermano que es muy mañoso para estas cosas”, en ese momento la frase que pasa por tu cerebro es: “lo que me faltaba el gorrón de mi cuñado a comer”.
Cuando se despiertan los niños y van corriendo al lugar donde sus Majestades han depositado los regalos, piensas que los malos momentos han terminado, pero no es así, el niño o la niña pasa olímpicamente del juguete que con tanto esfuerzo has montado, porque cualquier parecido con lo que se ha anunciado en la televisión es pura coincidencia, pero tu compañera vuelve al ataque, informando al niño o la niña que eso que hay tirado en el suelo es el juguete que ha pedido a los Reyes Magos, haciendo la observación de que: “no te preocupes que el tío Luisito vendrá después a comer y te lo montara bien”.
Tu noche mágica ha llegado a su fin, te retiras al sofá destrozado, con tu ego por los suelos, sin haber echado el casquete que pretendías que te regalaran sus Majestades, pero que además tardaras mucho pero que mucho tiempo en echarlo, quizás puede que hasta un año. Cuando has conciliado el sueño una voz angelical te despierta, diciendo “¡papa, papa!, en la caja del juguete que has montado hay una bolsa con mil doscientas cincuenta y cuatro pegatinas para que las pegues”. Llegado este punto vuelves a cerrar los ojos y entre susurros dices: “que las monte tu puñetera madre y el gorrón del tío Luisito”.
No comments:
Post a Comment