En los últimos años, o mejor dicho en la última década, estamos escuchando con mucha frecuencia la dislocada palabra “deslocalización”, cuyo definición en palabras de la “gente corriente” consiste en que, los empresarios salen corriendo de los países donde tienen sus fabricas o negocios, para instalarse en otros países más rentables, sin importarles las repercusiones sociales que esto pueda suponer en las ciudades o países que abandonan.
Estos empresarios sin escrúpulos y que suelen basar sus beneficios en el pelotazo, justifican su “tocata y fuga”, en los costes más bajos de la mano de obra que ofrecen los países denominados emergentes o en vías de desarrollo, aunque su verdadera definición es países en vías de expolio. La excusa de la mano de obra más barata, es la justificación para robar a bajos costes la materia prima de los países colonizados por la modernidad y el libre mercado. En cualquier negocio de manufacturación la mano de obra no puede superar el 10% del coste del producto final, por lo que los grandes beneficios deben estar en otras partes del negocio tales como, consumidores con poder adquisitivo bajo y sin ningún interés por la calidad del producto que adquieren, y por otra parte los beneficios se obtienen en los descuentos fiscales, que los gobiernos de occidente se ven obligados a conceder a estos empresarios, para continuar en el poder.
La deslocalización es una mala estrategia para todos, para justificarlo pondré un ejemplo: Vamos a suponer una empresa que fabrica colchones en una ciudad X de España, que tiene 1000 trabajadores y les paga 1.000€ al mes, su nomina mensual asciende a 1.000.000€, si el precio de un colchón es de 500€ y fabrica 20.000 colchones al mes, las ventas mensuales ascienden a 10.000.000€, si le quitamos 2.000.000€ de beneficio y la mano de obra, quedan 7.000.000€ de gastos, que se distribuyen entre 3.000.000€ de impuestos, 3.000.000€ de materias primas y 1.000.000€ de transporte. El sentido común nos dice que los beneficios de la deslocalización están en, no pagar los 3.000.000€ en impuestos, pagando sólo unos cuantos euros a gobernantes corruptos de oriente, y robando la materia prima con sortilegios de economías de mercado, derecho económico internacional y todos esas cosas que se inventan para justificarse. Lo que no han calculado bien estos empresarios, es que, los que podían comprar el colchón a 500€ ya no pueden hacerlo, y los que pueden no se compran un colchón antihigiénico fabricado con derivados de petróleo y sin ningún control de calidad.
Consumidor, contra el “disloque de la deslocalización”, compra productos “localizados” de empresarios comprometidos con la sociedad, el medio ambiente y el sentido común de una economía de mercado sostenible.
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