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Thursday, April 14, 2016

LA EVOLUCIÓN DE LAS COLAS INSTITUCIONALES.

El otro día tuve que efectuar una gestión en una consejería y como es natural hacer cola, en el tiempo de espera puede recordar cómo se hacían antes las colas y como han evolucionado con la tecnología.
Recuerdo que antes de implantar las nuevas tecnologías había dos formas de hacer cola, una la gente se ponía una detrás de otra en una fila correctamente organizada y direccionada a un mostrador que por lo general decía “información”, la otra forma era cogiendo un numero en un dispensador, pero al final acababas en una cola correctamente organizada y direccionada a un mostrador. Resumiendo, la única diferencia era coger el numero para evitar a los listos o listas que pretendían colarse. Una vez llegado al mostrador de información te enviaban por el periplo de una ventanilla a otra.
Ahora las colas han cambiado, cuando entras en la institución sigue existiendo una cola correctamente organizada, pero dirigida hacia una “terminal infernal de ordenador” que te muestra mil opciones que tu no entiendes ni sabes para que sirven.  Si dudas mucho empiezas a escuchar comentarios de la cola tales como: “vamos hombre que es pa hoy” o, “es que ya es mayor para estas tecnologías” o, “si no sabes apártate y deja pasar”, en ese momento es cuando te entra la confusión, los sudores y el tembleque, pues como te equivoques de opción la has cagado, te tocar esperar y volver a la máquina infernal. Si eres valiente tienes dos posibilidades, una girarte hacia la cola y pedir a los listos que te ayuden o, buscar algún funcionario despistado que te ayude a la elección.
Una vez has elegido la opción, una impresora te imprime el turno, lo miras y sorpresa, no es un número del 1 al infinito, es un jeroglífico de letras y números que no entiendes, lo miras te mira, miras a tu alrededor y ves a un grupo de gente mirando a un televisor con cara de aburrimiento, pero a la vez expectantes. Decides formar parte del grupo y compartir el programa de televisión con ellos, pero sorpresa lo que emiten son jeroglíficos parecidos al tuyo, por lo que ya te vas haciendo una idea de por dónde van los tiros y entras en tensión con el resto del grupo esperando que llegue tu turno. Lo peor de la espera es que en algunos sitios ponen publicidad institucional para resaltar las bondades del gobierno de turno con eslóganes tales como: “hacienda somos todos”, yo añadiría menos la casa real y un montón más o, “estamos mejorando la sanidad, la educación, las condiciones de trabajo y hasta los vecinos de tu comunidad para tener una sociedad más justa”, en esos momentos de reflexión dices, ¡que estos no hagan nada más, pues con lo que han hecho me han jodido bastante!, sobre todo con la máquina infernal del turno. Respecto de los vecinos de la comunidad mejor dejarlos estar, pues si los tocan seguro que empeoran.
En algunos sitios la televisión maldita vocifera el número afortunado con el turno, pero en algunos sólo los muestra en pantalla, por lo que te surge la pregunta, ¿si eres ciego que pasa, que te buscas un lazarillo entre los que esperan? o, habrá algún amable funcionario que te ayude.

Cuando ves que te va a tocar el turno tu ritmo cardíaco se dispara hasta que ves anunciado tu numero en la pantalla, seguido de un número con la mesa donde te van a atender. Te colocas en el centro de la sala para buscar el maldito número entre un laberinto de números, cuando lo encuentras te diriges hacia la mesa. Te sientas y el corazón ya está fuera de la caja torácica pululando por la sala, hasta que le preguntas al funcionario lo que quieres y te contesta, “se ha equivocado, esto es en otra mesa” o, “lo siento, pero le falta el cuño y la firma, vuelva usted mañana”. Tu corazón sigue fuera de sí, pero ahora de rabia, por no poderte liar a palos con la “máquina infernal del turno”. Resumiendo, la tecnología no ha mejorado las colas.

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