Cuando hablas con la gente del
norte que no ha tenido oportunidad de visitar África casi siempre hacen los
mismos comentarios que, si ¡qué miedo con las enfermedades y miseria que hay
por allí!, que si las vacunas, que si los hoteles están hechos un asco, que si
hay fieras que te pueden comer, que si hay esto, que si hay lo otro, que si hay
lo de mas allá, en fin, una retahíla de “que si hay”. Estas excusas o comentarios se efectúan desde el más profundo desconocimiento de África.
Mi primera visita fue a
Egipto, menudo país, lleno de cultura y de gente amable, lástima que se
encuentre en esa situación de inestabilidad política que daña una fuente de sus
principales ingresos como es el turismo.
Mi segundo país fue Túnez,
otro país repleto de arqueología romana y de un desierto espectacular,
salpicado de oasis de película.
Mi tercer país fue Marruecos,
realmente no puedo decir que disfrute del país, pues sólo estuve tres días en
Maraquees, pero bueno no fue una mala experiencia.
Mi cuarto y último país
visitado ha sido Kenia, este país me ha impactado realmente, pues he conocido
la naturaleza en su máxima expresión. Sus parques naturales son el último
reducto de vida salvaje donde conviven toda clase de animales de una forma
equilibrada y respetuosa.
Cuando me hablan de miedo por
visitar estos países africanos mi respuesta no puede ser otra que: deja el miedo
para los malos políticos, las multinacionales que explotan a estos países y que
ya vienen a por nosotros, del estrés que nos consume día a día, de un mundo
consumista y sin respeto por la naturaleza.
He conocido en Kenia a dos
directores de hoteles o campamentos que han vivido en grandes ciudades, y han
tomado la decisión de cambiar de vida, fue curioso que sus comentarios fueran
los mismos “cuando me despierto por las mañanas el estar aquí es un regalo”.
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