Cuando
leo en los artículos de prensa la palabra “paz” ligada al premio Nobel y a la Unión Europea, me entran ganas de
cambiarla por “guerra” y “corrupción”.
Yo
pensaba que el Nobel de la Paz era algo muy serio, que se le concedía a gente
que realmente había contribuido de una manera activa a la consecución de la
paz, hasta el año en que se le concedió al presidente de Estados Unidos, el
señor Obama. Después de recibir su
galardón ha mandado secuestrar, matar y hacer desaparecer (en el mar) a un
enemigo de Estados Unidos —y se ha felicitado por ello—, ha fracasado en el
cierre de Guantánamo, ha aumentado al máximo los ataques con drones sobre
objetivos más, o menos militares, y, en el ámbito doméstico, mantiene un equipo
económico donde destacan varios responsables del colapso económico y la
fractura social que ha significado la crisis iniciada en 2007.
Centrándonos en Europa, el galardón
resulta hasta rocambolesco. Los señores del jurado que han decidido premiar a
la Unión Europea, deben residir en otra
galaxia donde las noticias llegan con un retraso de 100 años, no habiéndose enterado que en Europa se han dado las dos
guerras más sangrientas de la historia, la primera y la segunda guerra mundial.
Pero además hace muy poco tiempo asistimos en los Balcanes a uno de los mayores
holocaustos de la humanidad, y la Unión Europea miro hacia otro lado, ¡eso se
debe llamarse luchar activamente por la paz!.
Para culminar los logros de paz en el
seno de la Unión Europea, actualmente ocupa un lugar destacado la magnífica
“paz social” que reina en toda Europa, destacando la actitud solidaria que
mantiene Alemania, la rapidez con la que los partidos políticos de los estados
europeos tiran de sus filas a sus miembros chorizos y corruptos, y la postura
firme de rebeldía que muestran los gobiernos y las instituciones ante las
atrocidades del sistema financiero internacional denominado mercado y prima de
riesgo.
Recomiendo a la Academia Sueca si
sigue en esta línea, cambiar el nombre de “Nobel de la Paz”, por el “Nobel de
la Hipocresía”, pues la hipocresía es la actitud constante o esporádica
de fingir creencias, opiniones, virtudes,
sentimientos, cualidades, o estándares que no se tienen o no se siguen. La hipocresía
en si es un tipo de mentira o pantalla de reputación.
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