Los depredadores mercados,
es decir los especuladores corruptores, últimamente están muy preocupados por
la rebelión díscola de Portugal. El constitucional portugués ha decidido que
las medidas de recorte impuestas al pueblo son anticonstitucionales y por tanto
no aplicables, la decisión ha encendido todas las alarmas rojas de los
gobiernos opresores y los gobiernos oprimidos, aunque pienso que los gobiernos
opresores son oprimidos por los mercados, convirtiéndose de esta forma todos
los gobiernos en lacayos del poder y verdugos del pueblo.
El esperpéntico espectáculo de
sumisión mostrado por los gobernantes portugueses es tan solo una muestra del
resto de los gobiernos europeos sometidos a los dictámenes de los mercados. Nuestros
gobernantes europeos no muestran un mínimo de rubor cuando aplican recortes en
la sanidad, la educación, rebajan las pensionen y humillan al pueblo, sin
embrago se cabrean mucho cuando alguien les dice que lo que hacen no es legal y
que va en contra de los principios de los pueblos. Ante esta situación se ponen
un traje negro, rostro serio y nos
amenazan diciendo que si no aceptamos los recortes será peor, nos pondrán de
rodillas cara a la pared con dos libros gordos en cada mano, repitiendo hasta
la extenuación que la culpa de lo que pasa la tenemos nosotros por vivir por
encima de nuestras posibilidades, por creer que éramos una clase burguesa
acomodada y que el futuro lo teníamos resuelto.
Es evidente que el gobierno
portugués y europeo pondrá en marcha toda su maquinaria propagandística, para
asustarnos y que aceptemos las condiciones inaceptables que nos imponen como
mal menor a nuestros pecados.
Al pueblo sólo le queda la
esperanza de que su fuerza junto con el apoyo de plataformas, organizaciones e
instituciones que no están sometidas a la corrupción de los mercados, termine
con la situación actual.
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