Para presentar a nuestro invitado, tengo que poner mi máquina del tiempo en funcionamiento y retrotraerme en el pasado casi 50 años, cuando yo era un joven de 15 años, y en la televisión se comenzaba a hablar del alpinismo, por que un señor con una nariz muy larga y aguileña, nos encandilo a todos a través de un programa que, creo se llamaba un millón para el mejor, me va a perdonar este señor alpinista, pero como dice mi leal y querida colaboradora Loli, hoy no me he tomado la pastilla y soy incapaz de recordar su nombre, pero seguramente a quien hoy vamos a entrevistar nos lo podrá decir.
Con quien hoy tenemos el placer de compartir estos micrófonos, es alguien que por los años 70 comienza sus andanzas o mejor dicho, sus escaladas, por las montañas de Groenlandia, después el Aconcagua y el Kilimanjaro. Cuando se le terminan las fuerzas o el dinero ¡creo que lo segundo!, decide asentar sus inquietudes en unas sierras muy cercanas a nuestra Comunidad Valenciana, “las sierras de Gudar y Javalambre”, situadas en la tierras de nuestros vecinos de Teruel, ¡buena gente esos maños!. Siempre está en mi recuerdo ese mañico ejemplo de honestidad y trabajo llamado José Antonio Labordeta, hombre que debería ser imitado por muchos de nuestros actuales políticos.
Para presentar a nuestro invitado he tenido la suerte de que en mis manos cayera un libro titulado “La nieve de Teruel, Javalambre y Valdelinares”, de Alberto Martínez Embid. Ojeando en su interior me han venido recuerdos de mi juventud, cuando íbamos a Valdelinares, ¡¡a la nieve!!, en plan de excursión de domingo con mis amigos o mi novia, en aquellos coches de antes, sin casi calefacción y sin cadenas o en autocares con ventanillas, era increíble. Lo de los esquís era para privilegiados o “hijos de papa”, nosotros siempre nos deslizábamos con bolsas de plástico o trozos de madera, y como era de suponer, siempre regresábamos con algún herido de guerra, una pierna o un brazo roto o lastimado, y todos con las zapatillas de deportes y la ropa caladas hasta los huesos, porque, eso de comprarse unas botas para la nieve o ropa para esquiar, no existía en España.
Recuerdo que por los 90, todos los años iba con mis hijos y mis sobrinos un día a la nieve, pero como eso de esquiar no era lo nuestro, pues nuestro propósito era pasar un día de familia en la nieve, íbamos a la sierra de Javalambre. Era increíble ver disfrutar a los chiquillos en la nieve, e incluso algún cuñado trastornado deslizarse por a ladera de una montaña nevada encima de una mesa de playa, el golpe que se dio fue espectacular, la mesa termino desintegrada, y él con la cabeza clavada en la tierra y las piernas hacia arriba. Fueron unas jornadas inolvidables para todos.
Pero bueno voy a dejar de hablar de mí y hablare de quien hoy tenemos entre nosotros. Gracias a él, hoy en día Valdelinares y Javalambre son un punto de referencia para el esquí en España y sobre todo para la Comunidad Valenciana, él ha sido uno de los pioneros que ha conseguido que el esquí no sea un deporte para unos pocos, sino para todos, consiguiendo unas infraestructuras en las pistas de esquí y en sus entorno envidiables, que esperamos sean mantenidas en el tiempo.
Hoy está con nosotros un joven de unos 70 años, pero con el mismo espíritu de luchador que cuando tenía 20 años, su nombre es Ángel Tebar Peñaranda.
Para presentar a nuestro invitado he tenido la suerte de que en mis manos cayera un libro titulado “La nieve de Teruel, Javalambre y Valdelinares”, de Alberto Martínez Embid. Ojeando en su interior me han venido recuerdos de mi juventud, cuando íbamos a Valdelinares, ¡¡a la nieve!!, en plan de excursión de domingo con mis amigos o mi novia, en aquellos coches de antes, sin casi calefacción y sin cadenas o en autocares con ventanillas, era increíble. Lo de los esquís era para privilegiados o “hijos de papa”, nosotros siempre nos deslizábamos con bolsas de plástico o trozos de madera, y como era de suponer, siempre regresábamos con algún herido de guerra, una pierna o un brazo roto o lastimado, y todos con las zapatillas de deportes y la ropa caladas hasta los huesos, porque, eso de comprarse unas botas para la nieve o ropa para esquiar, no existía en España.
Recuerdo que por los 90, todos los años iba con mis hijos y mis sobrinos un día a la nieve, pero como eso de esquiar no era lo nuestro, pues nuestro propósito era pasar un día de familia en la nieve, íbamos a la sierra de Javalambre. Era increíble ver disfrutar a los chiquillos en la nieve, e incluso algún cuñado trastornado deslizarse por a ladera de una montaña nevada encima de una mesa de playa, el golpe que se dio fue espectacular, la mesa termino desintegrada, y él con la cabeza clavada en la tierra y las piernas hacia arriba. Fueron unas jornadas inolvidables para todos.
Pero bueno voy a dejar de hablar de mí y hablare de quien hoy tenemos entre nosotros. Gracias a él, hoy en día Valdelinares y Javalambre son un punto de referencia para el esquí en España y sobre todo para la Comunidad Valenciana, él ha sido uno de los pioneros que ha conseguido que el esquí no sea un deporte para unos pocos, sino para todos, consiguiendo unas infraestructuras en las pistas de esquí y en sus entorno envidiables, que esperamos sean mantenidas en el tiempo.
Hoy está con nosotros un joven de unos 70 años, pero con el mismo espíritu de luchador que cuando tenía 20 años, su nombre es Ángel Tebar Peñaranda.
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